T’anta wawa: de T’anta: pan y
wawa: bebe (niño o niña). Todos sabemos que para estas fechas especialmente el
día 1 y 2 de noviembre se elaboran las wawas que son regaladas a las niñas y
los panes caballo regalados a los niños.
Pero en el trasfondo,
históricamente hablando y de acuerdo a las teorías de diferentes antropólogos,
historiadores y cronistas, además de las creencias se dice que estos deliciosos
panes cada 1 de noviembre eran reservados para que nuestros seres queridos que
ya no están en vida con nosotros puedan contar con un delicioso alimento ya que
la wawa es considerada la renovación de la vida. En otros casos también se
explica que la muerte es la continuación de la vida y una forma de rendir homenaje y culto a ellos es
entregarles ofrendas y la wawa es una de ellas.
De
formas y sabores
Aunque varía de nombres e
ingredientes, las tanta wawas son comunes en todo el sur andino: Ayacucho,
Arequipa, Apurímac, Cusco, Puno.
El Inca Garcilaso de la Vega,
en sus Comentarios Reales, ya explicaba que los panes de maíz eran parte de la
celebración y se llamaba “tanta” al pan común.
Aunque puede variar de
ingredientes (harina, levadura, con agua de anís o de las primeras lluvias, etcétera),
lo que le diferencia al tanta wawa de los demás panes es que es dulce y tiene
forma de bebé o carita de neonato. Es el denominador común. Aunque en Áncash y
Pasco los hay de sabor salado.
También los hay teriomorfos. Pero responden a que los que tienen palomas, cóndores y llamas (sajinos, boas y tortugas en la Amazonía) se entregan a hombres y los de formas de mocosito, a mujeres. Aunque tampoco hoy es la norma con reglamento.
Prensa: norvilperez@gmail.com
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