Cuenta la historia que durante la guerra con Chile, un soldado de ese país cayó herido y quedó muy atrasado del grueso de sus tropas. En esas circunstancias fue hallado por un agricultor moqueguano que, en vez de cobrar revancha por las tropelías del ejército invasor, lo llevó a su casa y lo cuidó junto con su familia. En agradecimiento por tanta solidaridad, el joven soldado preparó un postre al que llamaron el penco, pues este agradecido hombre era de la localidad chilena de Penca.
El postre, por supuesto, se peruanizó y entró a enriquecer la pastelería regional de Moquegua. Una de sus preservadoras es nada menos que Victoria Meléndez Chicani, una de las más reconocidas pasteleras de esa región sureña.
Ella fue quien se presentó en el anfiteatro Apega que se encuentra en la Feria Gastronómica Mistura. Ante una buena cantidad de público, doña Victoria contó que el alfajor lleva cremas y yemas de huevo, anisado, manteca vegetal y harina. Todo se amasa y se lleva al fuego a una temperatura de 230 grados con el fin de que los ingredientes alcancen la unión perfecta. Luego se les da la forma de alfajor y se rellena con mucho manjar.
Así como el alfajor tiene una historia de solidaridad, la vida de Victoria Meléndez es también producto de mucho amor. Ella nació en Puno, pero de muy pequeña fue llevada a Moquegua donde recibió el cariño y educación de familias de esa región que se encargaron de ayudarla a salir adelante.
Ahora, ya convertida en una mujer de bien y excelente pastelera, Victoria recuerda el amor de los que la criaron y trata de devolverlo dándole mucho cariño y sabor a sus voladores, guargüeritos y otros ricos postres que prepara en Moquegua. Si le provocó probarlos, no pierda tiempo y vaya a los puestos de venta que Moquegua ha instalado en el bazar de Mistura, no se arrepentirá.
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